Gota pequeña, mi dolor. La tiré al mar. Al hondo mar. Luego me dije: A tu sabor, ¡Ya puedes navegar! Más me perdió la poca fe...La poca fe de mi cantar. Entre onda y cielo naufragué. Y era un dolor inmenso el mar.
La expansión de la totalidad del cosmos no era sino la reducción de todas sus unidades físicas y de la longitud de onda de su luz.
Pero cuando estaba a punto de gritar, el temor desapareció. Lo reemplazó una oleada de ternura, pena y un inesperado deseo.
Esta avalancha humana: libra una batalla, librará una batalla; vencerá a la oligarquía liberal y aplastará a la oligarquía conservadora.
La cultura sucumbe bajo el volumen de la producción, la avalancha de letras, la locura de la cantidad. Por ese motivo te digo que un libro prohibido en tu país significa infinitamente más que los millones de palabras que vomitan nuestras universidades
La seducción de los sentidos es tan penetrante, los caprichos de la imaginación son tan violentos, que el espíritu se forja un sueño lleno de deleites, transportes y éxtasis o, por lo menos, una novela de sensualidad viva y variada; luego, en la ocasión propia, el torrente contenido se desborda, rompiendo los diques de la ley y el deber.
Mi amor sabe aguardar. No es impaciente: su deseo es arroyo, y no torrente que hacia ti, con certeza, sigue andando.
La multitud obedece más a la necesidad que a la razón, y a los castigos más que al honor.
Tomado colectivamente, el pueblo es un poeta: autor y actor se inflaman con la obra que se representa o que le hacen representar, sus mismos excesos no son tanto instinto de una crueldad nativa cuanto delirio de una multitud embriagada de espectáculos, sobre todo cuando son trágicos: cosa tan cierta que, en los horrores populares, siempre hay algo superfluo añadido al cuadro y a la emoción.
La multitud ha sido en todas las épocas de la historia arrastrada por gestos más que por ideas. La muchedumbre no razona jamás
Ama al pueblo; evita la muchedumbre
Pero cuando estaba a punto de gritar, el temor desapareció. Lo reemplazó una oleada de ternura, pena y un inesperado deseo.