Las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia, no hay para que escribirlas, se han de redundar en menosprecio del señor de la historia.
Falta de tradición, poca capacidad introspectiva, conciencia inmadura de la propia persona, menosprecio de un tipo de obra cuya repercusión es generalmente póstuma y, en último término, ¿por qué no? Concepción machista de la literatura, que hace considerar la redacción de un diario como cosa de señoritas.