Con lo que odio las aguas quietas, digo, me exaspera la gente sosegada: la que arrulla que te arrulla el sueño de que el tiempo pasado fue mejor; la que no dice, ¡ejem!, esta boca es mía, este país es mío; la gente que joroba por quitarnos el aire con sus quejas de hipocondría pura y que hoy, como siempre, se la encuentra sembrando una rosa y cortando un clavel.
¡No me mires más! Si quieres te daré mis ojos, que son frescos, y mis espaldas para que te compongas la joroba que tienes
Un regalo de Reyes suele suponer, más que el capricho del niño, el fantasma de un anhelo o desconsuelo de los padres
No puedo comprarlo o ¿Cómo puedo comprarlo? , son declaraciones que hacían funcionar el cerebro de mi padre rico. Lo obligaban a pensar y a buscar las respuestas. No puedo comprarlo invoca la tristeza. El desconsuelo que conduce a la desesperanza y, a menudo, a la depresión. ¿Cómo puedo comprarlo? te abre a las posibilidades, la emoción y los sueños.