Lo irreal, lo imaginado y deseado, resulta inesperadamente el factor capital de la realidad humana, y por tanto de la Historia.
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.
Un fuego moribundo. Pero súbitamente la cacerola se pone a hervir.
Y hacía imposible aquella venganza que, por lo menos, podía tomar de improviso contra los otros. Un ángel, para una mujer, es siempre más irritante que una bestia.
La vida fluye incesable y uniforme; duermo, trabajo, discurro por Madrid, hojeo al azar un libro nuevo, escribo bien o mal -seguramente mal- con fervor o con desmayo. De rato en rato me tumbo en un diván y contemplo el cielo, añil y ceniza. ¿Y por qué había de saltar de improviso el evento impensado?.
El acto poético consiste en considerar repentinamente que una idea parte en varios motivos de igual valor y agrupados, rimen.
No sé soy creyente; cuando le preguntaban eso mismo a mi padre, él respondía, en broma, que era dudante. En lo que hace a mí mismo, no soy religioso. Tengo por ahí algún sarampión místico que repentinamente me inquieta.