Sean no salió de mi vientre, pero mi Dios, he hecho sus huesos, porque me he ocupado de cada uno de sus alimentos, de cómo duerme, y el hecho de que nada como un pez, porque lo llevé al mar. Estoy muy orgulloso de todas esas cosas. Pero es él quien es mi mayor orgullo.
Ante el rico y poderoso hay que mantenerse orgulloso
Ni el presuntuoso ni el fatalista están formados. Malo es el optimismo no razonado del primero, y malo también el pesimismo sistemático del segundo. La alegría es necesaria siempre, pero el optimismo ha de ser razonado
Si no puede ser rico, lo siguiente que más se le parece es ser presuntuoso y cínico.
El hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás, aunque no logre cumplir en su persona esas exigencias superiores.
La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos.
Tengo fama de muy serio, o incluso de arrogante o de altivo, y de todas estas cosas que estoy harto de oír. Creo sin embargo que en mis novelas hay mucho humor, pequeñas bromas y hay alguna escena que aspira a ser cómica o en todo caso es un poco disparatada. El humor es una de las pocas cosas que nos salva.
No seas arrogante por sabio, más aprende del ignorante tanto como del estudiado. Es que la sabiduría no tiene límites, y nadie todavía la ha perfeccionado
Muchos habrián podido llegar a la sabiduría si no se hubiesen creido ya suficientemente sabios.
Todos somos ateos respecto a la mayoría de dioses en los que la humanidad ha creído alguna vez. Algunos simplemente vamos un dios más allá.
Odio la publicidad, sinceramente. He pasado por la piedra de molino de las entrevistas y las considero una pérdida de tiempo. El tipo que encuentro en esas entrevistas haciéndose pasar por mí suele ser un engreído al que no me gustaría conocer.
Hay casos en que es indecoroso seguir viviendo. Se debe morir orgullosamente cuando ya no no es posible vivir con orgullo.
Si vuestra majestad lo ve así, entonces vuestra majestad no me ha interpretado bien, pues siempre he considerado sumamente indecoroso y absurdo que la mujer tome el puesto de instructora o maestra de su señor y marido; ella debe aprender de su marido y ser enseñada por él.
Ya casi no hay hombres buenos ni malos, ni traidores por vocación, ni envenenadores por capricho. Hemos descompuesto al hombre, al conjunto de mentiras y verdades que antes era el hombre y no sabemos recomponerlo. Nos falta el cemento de la fe divina o de la fe humana, para hacer con estos cascotes una cosa que parezca una estatua.
No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado.