Cuando la hoja del bosque cae sobre los prados, cuando el viento nocturno la arrebata a los valles, yo quisiera también ser esa hoja caída: ¡Arrastradme como ella, aquilones, borrascas!
Algunas hoja del almendro expiran en degradado rojo. Otras apenas están naciendo, verde pulido donde la luz estalla. El tronco es el mismo y todas las hoja son la misma antigua hoja brotando de su fin mientras que vorazmente la vida, sin contraste, me destruye.
¡Ah, qué suaves son tus labios! El beso que acabamos de atrapar es tierno y majestuoso como un gran árbol con un follaje nuevo.
Todo cambia y nada permanece. Y no habría belleza, ni danza, ni movimiento si las estaciones no alborotaran los colores y el follaje de los arboles no se desprendiera amarillo en el atardecer.