El ataque irracionalmente sistemático, la permanente descalificación de las personas y de cualquier tipo de solución con que se trata de enfocar los problemas del país, no son un arma legítima porque, precisamente, pueden desorientar a la opinión pública en que se apoya el propio sistema democrático de convivencia.
Esta incomprensión lo hace reaccionario, pues los llamamamientos a la sociedad y al Estado, es decir, a los ideólogos y los políticos de la burguesía, sólo pueden desorientar a los socialistas y tomar por aliados a los peorers enemigos del proletariado, sólo pueden frenar la lucha de los obreros por la emancipación en lugar de contribuir a intensificar, esclarecer y organizar mejor esta lucha.
Yo he llorado la noche del domingo (día de las Elecciones Regionales y Municipales 2006) porque jamás pensé que se pudiera perder la cuna y la tumba de Haya de la Torre, es una puñalada al corazón, te lo digo como hijo de Haya de la Torre, una puñalada al corazón y en algún momento voy a recuperar Trujillo aunque tenga que ser candidato a la alcaldía personalmente.
Nuestras dudas son traidores que con frecuencia nos hacen perder el bien, que habríamos podido ganar, con el temor de intentarlo.
Los Republicanos han sido acusados de abandonar a los pobres. Es lo opuesto. Ellos nunca nos votan.
Vamos a hacer limpieza general o, mejor todavía, una mudanza que nos permita abandonar las cosas sin tocarlas siquiera, sin mancharnos, dejándolas donde han estado siempre; vamos a irnos nosotros, vida mía, para empezar a acumular de nuevo. O vamos a prenderle fuego a todo y a quedarnos en paz, con esa imagen de las brasas del mundo ante los ojos y con el corazón deshabitado.
...,donde no se juzgue suma sabiduría al creer sin discreción, donde las imposturas de los hombres se distinguen de los consejos divinos, donde no se juzga acto de religión y piedad sobrehumana el pervertir la ley natural,...
Cuanto mayor es el talento de un hombre, mayor es su capacidad para descarriar a los otros.
Quien piensa con grandeza se ha de equivocar con grandeza