Cada artista sumerge el pincel en su propia alma, y pinta su propia naturaleza en sus cuadros.
La cámara fotográfica no podrá competir con el pincel y la paleta mientras no pueda utilizarse en el cielo y en el infierno.
Dame tú ahora la cabra y el vaso para ordeñarla y libar a las Musas. Adiós mil veces, musas, adiós. En honor vuestro cantaré yo otro día también con más dulzura.
La cabra siempre acaba tirando al monte