El escultor no hace más que llamar, con el cincel y a golpe de martillo, a los guerreros que duermen en las espesuras del mármol.
Tal vez a ti y a mí dar larga vida puedo con el cincel o los colores, adunando mi amor y tu semblante. Y mil años después de la partida, se verán tus hechizos vencedores, y cuánta razón tuve en ser tu amante.