Amo con amor de ternura a la raza indígena, por lo mismo que he observado de cerca sus costumbres, encantadoras por su sencillez, y la abyección a que someten esa raza aquellos mandones de villorrio, que, si varían de nombre, no degeneran siquiera del epíteto de tiranos. No otra cosa son, en lo general, curas, gobernadores, caciques y alcaldes.
Estalló la revolución de 1910, como un clamor inmenso de justicia que vivirá siempre en el alma de las naciones como vive la libertad en el corazón de los pueblos para vivificarlos, para redimirlos, para levantarlos de la abyección a la que no puede estar condenada la especie humana
La tonalidad y el lenguaje corporal determinan que la palabra Hola signifique un simple reconocimiento, una amenaza, una humillación o un agradable saludo.
Quien vive entre los deleites y los vicios ha de expiarlos luego con la humillación y la miseria.
La traición supone una cobardía y una depravación detestable.
Te juro que hubiera preferido permanecer siempre en la ignorancia. Antes eso que descubrir la ingratitud y la depravación de una persona tan querida por mí.
La perversión del léxico político no es un vicio, es un procedimiento.
Casos como éstos, en los que la muchedumbre derrocha perversión y demencia, no abundan, y tal vez por eso me apasioné en el grado en que lo hice al margen de mi rechazo en tanto que hombre como novelista, como dramaturgo, trastornado de entusiasmo ante un caso de belleza tan atroz.
Yo soy la víctima de una persecución que me han hecho Menem y Yabrán. Lo único que me pueden reclamar es que nunca encubrí los actos de delincuencia, corrupción y del crimen organizado
La corrupción de lo mejor es lo peor
Sueño con un mundo en el que todo hombre reciba cada día alimentos suficientes, inocuos y nutritivos. En mi sueño, las situaciones escandalosas de riqueza y pobreza extremas se mitigan. Veo tolerancia y no discriminación; paz y no disturbios civiles; entornos sostenibles y no degradación ambiental; prosperidad general y no desesperanza y desánimo
El resorte del Universo tal como nos desvela la Segunda Ley consiste en su degradación imparable a medida que la energía y la materia se expanden desordenadamente.
El espíritu del hombre es indivisible; y yo no me duelo de esta fatalidad, sino, por el contrario, la reconozco como una necesidad de plenitud y coherencia. Declaro, sin escrúpulo, que traigo a la exégesis literaria todas mis pasiones e ideas políticas, aunque, dado el descrédito y degeneración de este vocablo en el lenguaje corriente, debo agregar que la política en mí es filosofía y religión.
El despotismo no es un sistema de gobierno, porque es la degeneración de todos los sistemas.
También en la moderación hay un término medio, y quien no da con él es víctima de un error parecido al de quien se excede por desenfreno
Salud piden los hombres a los dioses en sus oraciones, pero no se percatan de que tienen en sí mismos control sobre ella y en que, como hacen por su desenfreno lo contrario de lo debido, se convierten en traidores de su salud por sus propios apetitos.