¡Ay de los seres mundanos que brillan por sus réplicas, que no profundizan, que se expresan con un respeto natural! Cada uno de nosotros se ve amenazado por la contaminación de lo ya-dicho, de lo ya-visto, de lo ya-sentido, cuya escritura parece tan fácil
No es la contaminación la que esta dañando el ambiente. Son las impurezas en nuestro aire y en nuestra agua las que lo están haciendo. Porque es tonta: Obviamente las impurezas son contaminación.
Somos seres de perversidad inmensa cada uno de nostros; villanos para quienes no existe más Dios que sus deseos, más leyes que los límites de su resistencia, más cuidados que sus placeres; sin principios, desenfrenados, disolutos, ateos. Indudablemente existen muy pocos excesos que no cometamos.
Las tres cuartas partes de los delitos que son juzgados por los tribunales cada año tienen su origen, o directa o indirectamente, en la desorganización actual de la sociedad, en lo que se refiere a la producción y distribución de la riqueza, y no en la perversidad de la naturaleza humana.
Y añadió que empezaba a tener esperanzas, e incluso más que esperanzas: la crisis de la infección había pasado y ésta, señaló, se iba. Y las cosas ocurrieron así. El registro de la semana siguiente, la última de septiembre, indicó una disminución de dos mil, por lo menos.
Castigar es usurpar un derecho divino. La justicia humana que se apodera de los criminales no tiene por fin vengar a la sociedad, pero sí protegerla del contagio y de la infección de la culpa. Todo crimen es una enfermedad. La acción de los tribunales sobre los delincuentes, aunque no siempre cese de hecho cesa de derecho en el momento en que termina la curación.
Nada más simple que amar el envilecimiento y encontrar goces en el desprecio.
Hoy es muy difícil no ser canalla. Todas las presiones trabajan para nuestro envilecimiento personal y colectivo.
También en la moderación hay un término medio, y quien no da con él es víctima de un error parecido al de quien se excede por desenfreno
Salud piden los hombres a los dioses en sus oraciones, pero no se percatan de que tienen en sí mismos control sobre ella y en que, como hacen por su desenfreno lo contrario de lo debido, se convierten en traidores de su salud por sus propios apetitos.