Los hombres aprenden poco de la experiencia de los otros. Pero en la vida, nunca vuelve el mismo tiempo.
A pesar de sus buenas intenciones, los libros no pueden darnos recetas de cómo ser felices. Puesto que la experiencia óptima depende de la capacidad de controlar lo que sucede en nuestra conciencia momento a momento, cada persona lo consigue basándose en su propio esfuerzo y creatividad.
Todo el mundo nace, pero nadie recuerda cómo. La muerte sobreviene como el nacimiento, pero tampoco sabemos de qué modo. Nuestra experiencia última, al igual que la primera, es conjetural. Nos movemos entre dos oscuridades.
La imaginación y la experiencia van de la mano. Solas no andan.