Todo adulador vive a expensas de quien le escucha.
Las mordeduras más peligrosas son las del calumniador entre los animales salvajes y las del adulador entre los animales domésticos.
Si al imán de tus gracias, atractivo, sirve mi pecho de obediente acero, ¿para qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?
¿Por qué me enamoras lisonjero si has de burlarme luego fugitivo?
Hasta creo haber superado el momento halagador del aplauso para quedarme en la pura alegría del cantar, ahí encuentro yo toda la felicidad