La vida es como el amor; depara en muchas ocasiones, frutos muy amargos, durante períodos largos para quienes la saborean, y ofrece, de vez en cuando, durante un corto plazo, una frágil delícia para que no la abandonen, y sigan viviendo y amando.
¿Sabes porque deje de ser delicia hermano mío? Yo sí. Hay cosas que no están en tu libro. Hay caminos fuera de este jardín. Harías bien en recordarlo.
El máximum del arte pedestre estaba allí, en ese cuadro de La mujer hidrópica, pintado sin pretensión alguna, pero con una nobleza que lo supera todo, una cantidad de matices tal que no se puede imaginar que un ojo humano los hubiera advertido. La fotografía jamás será capaz de sutilezas semejantes. Es la voluptuosidad total.
Para cuerpos sin audacia no está hecha la voluptuosidad de este calor.