Y nada hay que le guste más a un ser humano mediocre, y en éste, como en todos los países suelen ser la mayoría, que considerarse parte de una raza superior.
Nadie puede considerarse libre si es esclavo de su propia carne.
Dios no puede ser producto de mi imaginación, porque, para nada, Él es lo que yo pude imaginar de Él
¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir!