Sólo el médico y el dramaturgo gozan del raro privilegio de cobrar las desazones que nos dan.
Para salvar a esta especie de mamíferos en vías de extinción hay que llevar al dramaturgo al escenario: ese es su hábitat. Los que quieren continuar recluidos en sus escritorios y sus diccionarios, es mejor que se extingan. La fauna no habrá perdido nada.
No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan
¿Un escritor? ¿Y que educación recibí? Ninguna. ¿Dónde estudie? En ninguna parte. ¿Que estudie? A quien le importa. A pesar de todo esto me hice un escritor inmediatamente, porque escribía más de lo que había leído, entonces pensaba más de lo que mi conocimiento me permitía.