Pensar en Riobamba es limpiar la frente de toda escoria para imantarla con presagio lustral de ideales grandes. La amo con los cánones del alma, estoy cautivo en su piedra, su brisa, su paisaje...
Y en estas cuatro cosas -creencia en los espíritus, ignorancia de las causas segundas, devoción a lo que suscita el temor de los hombres y el tomar como presagio lo que es casual- consiste la semilla natural de la religión.
La economía no es una ciencia exacta. Cualquier pronóstico basado en evidencias puede salir horriblemente mal.
Si la borrasca cambió de una forma impredecible no lo pueden predecir, pero si no lo predicen quienes lo tienen que predecir, como piensan ustedes que lo vamos a predecir aquellos que estamos esperando la predicción
Somos capaces de predecir el futuro, pero lo hacemos mejor o peor en función de la cantidad de información de la que disponemos. Evidentemente, si alguien tiene datos muy buenos, realizará una mejor predicción del futuro que si simplemente intenta adivinarlo
La casa, dios mío, rodeada de petreles sobre el acantilado y los vapores del océano, de portones batidos por el viento y cortinas en pedazos, con el anuncio hotel central en semicírculo en la fachada y los tres de la policía secreta, siempre de negro, con el brazo en alto al modo nazi, que bebían, en la salita de estar, la malta de la mañana.
Estaréis en vuestra casa mirando la televisión y de pronto aparecerá un anuncio en la pantalla y una voz dirá, ¡Comed las chocolatinas de wonka! ¡Son las mejores del mundo! ¡Si no lo creéis, probad una ahora mismo...! ¡Y lo único que tendréis que hacer es alargar la mano y cogerla! ¿Qué os parece, eh?
La historia se prolongaba con un mosaico de especulaciones acerca de las últimas idas y venidas de la víctima, una sinopsis de su vida, una desgarradora descripción de las reacciones familiares y la promesa de que la policía se esforzaba todo lo posible por capturar al asesino...
La buena apariencia es poder, porque, siendo una promesa de bien, procura a los hombres el favor de las mujeres y de los extraños.
Me acuerdo de que entonces la imagen de una mujer, el fantasma de un amor, casi nunca aparecía de manera clara y nítida en mi mente, pero en todo lo que pensaba, en todo lo que sentía se escondía el presentimiento de algo nuevo, inimaginablemente dulce, femenino, algo de lo que sólo a medias era consciente, pero que hería mi pudor.
De entre todas aquellas personas, las más dignas de lástima para mí (como si ya me hubiera asaltado un presentimiento de mi futuro destino) eran las que no tenían patria o, peor aún, las que, en lugar de una patria, tenían dos o tres y no sabían a cuál pertenecían.