Cada vez que hago bien, oh corazón, me invade una dulzura fresca, cuya virtud comprendo; veo dulces sonrisas en bocas que no existen, y manos invisibles que me están aplaudiendo
La joven vida respira sobre el cristal, el mundo que no era viene para irse, un niño duerme, un viejo se marcha, oh padre renegado, perdona a tu hijo.