Así es el hombre, ese gran y verdadero anfibio cuya naturaleza puede vivir en mundos heterogéneos y separados.
Había también libélulas, mariposas con lunares, pero lo mejor de todo era esa baba caliente y espesa de huevos de rana que, a la sombra de las orillas, crecía como agua coagulada.
Una rana en un pozo no puede concebir el océano.