Bajo el manto de un lenguaje depurado de manera que el sexo ya no pueda ser nombrado directamente, ese mismo sexo es tomado a su cargo (y acosado) por un discurso que pretende no dejarle ni oscuridad ni respiro.
Todos saben lo que es el fado, esa danza tan voluptuosa, tan variada que parece hija del más depurado estudio del arte. Una simple guitarra sirve de efecto mejor que ningún otro instrumento.