La pluma está en mi mano vacilante y medrosa, pero en mi corazón no florecen los versos.
Me vi abrumado de felicitaciones, bendiciones y abrazos. Yo lo recibí todo con manos temblorosas, labios fríos, cerebro vacilante y un corazón que se me había vuelto de piedra. Todo desfilaba ante mí como un sueño. Observaba aquel desfile sin pensar siquiera en quién iba a ser la víctima.
(Jealous guy) Mi canción escrita en la India. La letra la explica claramente; yo era un tipo muy celoso y posesivo, hacia todo, muy inseguro. Un tipo que quiere poner a su mujer en una pequeña caja, encerrarla y sacarla solo cuando sienta ganas de jugar con ella. A ella no le es permitido de comunicarse con el mundo fuera -fuera de mi- porque lo hacía sentir inseguro
Mi corazón se comportaba como las hojas del árbol de la seda, que se encogen y rehúyen cuando se las toca; tan inseguro de mí mismo como una tímida doncella.
No seas demasiado interpretativo. El hombre es mucho más irreflexivo y confuso de lo que piensan aquellos a quienes un destino envidioso ha convertido en poetas.
En el corazón del siglo soy un ser confuso y el tiempo aleja cada vez más el objetivo y el fresno cansado del bordón y el miserable verdín del cobre.
El ocio hace siempre inconstante el espíritu
Todo cambia en este mundo, e inconstante es la vida humana, y sujeta a muchos errores.
Sueños las dichas son, sueños las flores, la esperanza, el dolor, la desventura; triunfos, caídas, bienes y rigores el sueño son que hasta la muerte dura, y en incierto y continuo movimiento agita al ambicioso pensamiento.
Y siento que los peligros, la soledad y un futuro incierto no son males abrumadores mientras el cuerpo esté sano y las facultades en uso, y sobre todo, mientras la libertad nos preste sus alas y la esperanza nos guíe con su estrella.
La alondra me despierta con un tímido ensayo de canción balbuceante y un titubeo de sol en el ala inexperta.
El paso más prometedor en la trayectoria errátil pero firme de la humanidad es el conocimiento generalizado de los deportes.
Pienso que una obra de arte debería dejar perplejo al espectador, hacerle meditar sobre el sentido de la vida.