En la antigüedad el hombre africano vivía feliz y teníamos la tierra. Luego vino el hombre blanco con su Biblia. Y nos hizo soñar cerrando los ojos. Cuando los abrimos, el hombre blanco tenía la tierra y nosotros la Biblia
Afuera los pibes en la ciudad, creo que no sueñan, no sueñan más. No quiero dólares nena, vuelvo a casa a soñar con vos. Y en casa grito: me hundo, me hundo, me hundo.