(...) un entrenador omnipotente, omnipresente y malasangre, un quejica que acusa a otros siempre, un individuo dictatorial, ensuciador y enredador, soporífero en sus declaraciones, nada inteligente, mal ganador y mal perdedor, y que, como dijo Di Stéfano, hace que el Madrid juegue como un ratón mientras el Barça juega como un león.
Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía.
La diferencia entre un veneno, una medicina y un narcótico es sólo la dosis.