La libido es desviada para que actúe de una manera socialmente útil, dentro de la cual el individuo trabaja para sí mismo sólo en tanto que trabaja para el aparato, y está comprometido en actividades que por lo general no coinciden con sus propias facultades y deseos.
La transposición así cumplida del libido de objeto en libido narcisista conlleva manifiestamente, una resignación de las metas sexuales, una desexualización y, por lo tanto, una suerte de sublimación.
Las enfermedades duraderas proporcionan a la carne más placer que dolor.
Condenando el parasitismo de la Nobleza inglesa y la naciente clase capitalista, Moro describió a los propietarios de profesion, como los zánganos, viven del trabajo ajeno, concretamente del trabajo vivo de los inquilinos, a los que mondan hasta la carne viva.