Los grandes hombres rara vez son excesivamente escrupuloso en la disposición de su atuendo
Acabas de cenar, y no importa lo escrupuloso que esté escondido el matadero con la agraciada distancia de las millas, hay complicidad
Ser puritano, mojigato o predicador es malo. Ser las tres cosas a la vez me recuerda los peores excesos de la Revolución Francesa.