¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice! Apurar, cielos, pretendo ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido. Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; pues el delito mayor del hombre es haber nacido.
La marca del demonio ya no será un número, será el sello de algún gigante farmacéutico, que por un mísero beneficio económico permiten que muera África habiendo un antídoto.
Mejor pasar audaz al otro mundo en el apogeo de una pasión que marchitarse consumido funestamente por la vida
Paso mis días preparandome para la vida, no para la muerte. No han podido negarme de hacer lo que quiero cada día. Creo en la vida, creo en la libertad, por ello mi mente no es consumido por la muerte. Es amor, la vida y aquellas cosas. De muchas formas, en muchos de mis días, solo mi cuerpo esta acá, y mi mente esta en lo que esta pasando en todo el mundo.
¿Eso es un elfo? Pero si solo es...Un humano alto y delgado con una cara zorruna. Más o menos. Creía que eran hermosos.
Yo no cabía en mí de satisfacción, presa de una alegría extraña. Me sentía relajado. El mundo estaba lleno de gente la mar de divertida. El barman delgado echó una mirada en mi dirección y le hice un guiño de complicidad amistosa. Cabeceó con ademán de comprensión. Lancé un suspiro y me retrepé en la silla, reconciliado con la existencia.