Juzgamos nuestra 'felicidad' por nuestro estado de infelicidad, y nuestros logros por los símbolos y baratijas que el sistema ha decretado que son los elementos necesarios del 'éxito'.
Se diría que estamos más interesados en trabajar para conseguir que la gente nos admire por nuestra riqueza que en la misma riqueza, que muy a menudo no consiste sino en baratijas de cromo y objetos onerosos o inútiles.
Una capital, por el contrario, se abre a las mercancías, a las ideas, a los emigrantes, da publicidad a sus últimos caprichos. La provincia detestaba semejante obscenidad. Ese pretendido lustre le parecía una baratija se tomaba tiempo para asimilar lo que venía de fuera
Sí, el futuro es de los grandes capitales y de los esfuerzos centralizados de las grandes masas. Toda la industria y todo el comercio, acabarán por no ser más que un inmenso bazar único, donde la gente podrá proveerse de todo.