Te miro, y lloro porque no me miras: me miras, y suspiro al hallar el desdén en tu mirada: suspiro, y lloro porque no suspiras, suspiras ¡ay! Y acongojado miro que no es por mí...
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer.