Dos tipos de lágrimas brotan de los ojos de la mujer: de verdadero dolor y de despecho.
Un Cristo, anotó el chico de El Mundo, el chivo expiatorio, el idiota que sufre el dolor de todos.
Como la herida era en el pecho, le apliqué el torniquete en el cuello
Porque un amor que sangra no se olvida, porque deja en el alma una onda herida