La perversión del léxico político no es un vicio, es un procedimiento.
El poder pervierte a quien lo ejerce -estas son pues las lecciones anarquistas de hoy: la eterna perversión de quienes ejercen el poder, sean quienes fueren, sean filósofos que se volvieron reyes o reyes con veleidades filosóficas.
La perversidad es un mito inventado por la buena gente para justificar el peculiar atractivo de otros.
El último grado de perversidad es hacer servir las leyes para la injusticia.