Vivimos en un orden caníbal del mundo, en el que cada niño que muere de hambre, muere asesinado. Debería constituirse un nuevo tribunal de Nuremberg para juzgar por crímenes contra la Humanidad a los que especulan en Bolsa a nivel mundial con el precio de los alimentos, y a los banqueros responsables del crash financiero.
En la actualidad los lectores no tienen la posibilidad de juzgarme a mí y a mi novela en el tribunal más severo que existe, es decir, en sus corazones y en sus conciencias. Como siempre, éste es el tribunal por el que yo quiero ser juzgado.
¿Y si la hubiera juzgado con demasiada severidad? ¿Y si fuera su vida un simple rosario de horas, sencillo y extraño como la vida de un pájaro alegre a la mañana, inquieto por el día, cansado a la puesta del sol? ¿Y si fuera su corazón simple y voluntarioso como el de un pájaro?
El buen arquero no es juzgado por sus flechas, sino por su puntería.
Si el partido principal, sea el pueblo, el ejército o la nobleza, que os parece más útil y más conveniente para la conservación de vuestra dignidad está corrompido, debéis seguirle el humor y disculparlo. En tal caso, la honradez y la virtud son perniciosas.
Pero la esencia de la dignidad es pretender desear lo que no se puede impedir.
Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.
Las leyes deben tener como objeto el interés del régimen establecido, cualquiera que éste sea y el mantenimiento de su autoridad, y de aquí se desprende, en su concepto, la verdadera definición de la justicia derivada de la naturaleza misma. Platón: Las leyes. Libro IV.