Nosotros necesitamos aprender que el dador de todas las cosas reside dentro nuestro. Esta es una verdad que frente a toda evidencia, en las cosas mas grandes y mas pequeñas, nunca se sabe, aunque sea frecuentemente tan necesario, hasta vital, para nosotros saberlo.
Ese liberador encantamiento de que el cuento dispone no sólo pone en juego de forma mítica a la naturaleza, sino que alude a su complicidad con el ser humano liberado.
Para el hombre moderno, la casa ya no es una fortaleza frente a los enemigos, ladrones o demonios, sino un marco apacible, bello y liberador para vivir ligado a la naturaleza y protegido de los rigores climáticos.