Si entre no haber sido y ser hubiera el hombre podido elegir, claro es que hubiera escogido el no escoger.
Quizá esto no aparezca tan claro al escribir, pues entonces siempre se alcanza algún resultado debido al talento y a la práctica, lo cual deja muy atrás su procedencia; pero en la lectura se revela inequívoco. Hoy día casi nadie lee; todos se sirven del escritor únicamente para descargar en él, de un modo perverso, los propios excedentes bajo forma de aceptación o repudio.
Mi alma feliz es como nuestro cuarto cálido cuando sé que está nevado y las calles se visten de blanco.