Aquí estoy, en consecuencia, sola, en tinieblas, sin un galán indómito que se aventure a rescatarme. Sola con mis reminiscencias, con mi pasado turbulento, con mi angustia loca, con mi cresta ya no tan voluptuosa y mi pechuguita tierna.
Los auténticos actores son esa raza indomable que interpreta los anhelos y fantasmas del inconsciente colectivo.
Ha sido la rebeldía indomable de miles y miles de salvadoreños, en su mayoría jóvenes y también niños como los de Chapultepec la que ha conducido a que la Nación pacte este nuevo consenso que asegura a todos sus hijos, iguales derechos de participación en la conducción del país.