El hombre desenfrenado no puede inspirar afecto; es insociable y cierra la puerta a la amistad.
Un hombre desenfrenado no puede inspirar afecto; es insociable y cierra la puerta a la amistad
Aquí estás, ombú gigante a la orilla del camino, indicando al peregrino no siga más adelante en la llanura sin fin. (...) Ese destino te espera, árbol, cuya vista asombra, que al caminante das sombra sin dar al rancho madera, ni al fuego una astilla dar; recorrerás el desierto cual mensajero de vida, y, tu misión concluida, caerás cual cadáver yerto bajo el pino secular.
Fui peregrino en mi patria desde que nací