En realidad, usted quisiera vivir como los demás, ser honrado como los demás, tener un hogar, una mujer, asomarse a la ventana para mirar los transeúntes que pasan, y sin embargo, ya no hay una sola célula de su organismo que no esté impregnada de la fatalidad que encierran esas palabras: tengo que matarlo.
El cuento es como asomarse a una ventana y la novela como caminar por el paisaje.
Convéncete de ahora para siempre, convéncete de que salir de la barca es la muerte. Y de que, para estar en la barca, se necesita rendir el juicio (...) Si te sales de la barca, caerás entre las olas del mar, iras a la muerte, perecerás anegado en el océano, y dejarás de estar con Cristo (...) compañía que voluntariamente aceptaste.
Te juzgas a ti mismo basándote en como crees que te ven y puedes suponer cómo hablan de ti, y tratas de entrar en una caja hasta que no puedes salir o moverte con libertad. Respeta quien eres por dentro, deja a tu corazón ser tu guía