En la ciudad el vino deja de ser vino y el pan deja de ser pan. Y para que el pobre consiga comer realmente pan y beber realmente vino, es necesario que primero sacrifique en la capilla siniestra de la fábrica un poco de alegría, de inteligencia, de sudor, de músculo, de salud...
Cuando se investigan conspiraciones ocultas a veces uno se encuentra en encrucijadas de proporciones míticas(por ejemplo la capilla Peligrosa) y se sale de ellas o paranoico o agnóstico. No hay tercera vía. Yo me convertí en agnóstico.