¡Hay gentes a quienes damos las gracias sólo por haberse atravesado en nuestro camino!
Hay que dormirse arriba en la luz. Hay que estar despierto abajo en la oscuridad. Arriba en la luz, el corazón se abandona, se entrega. Se recoge.(...) pues se ha llegado allí, a esa luz, sin forzar ninguna puerta y aún sin abrirla, sin haber atravesado dinteles de luz y de sombra, sin esfuerzo y sin protección
El entusiasta del karate que exagera y por lo tanto pervierte la naturaleza del arte, es un charlatán no muy sincero y ciertamente podrá tener éxito en fascinar a los que lo escuchan y convencerlos de que el karate es a veces terrible. Pero lo que dice es totalmente falso y además él lo sabe.
Lo que más indigna al charlatán es alguien silencioso y digno.
Dicen que soy un gran escritor. Agradezco esa curiosa opinión, pero no la comparto. El día de mañana, algunos lúcidos la refutarán fácilmente y me tildarán de impostor o chapucero o de ambas cosas a la vez.
Nadie puede ser esclavo y menos de señores, porque amará a uno y odiará al otro; además, fuera de Dios, cualquier otro es un impostor
(...)La división tan sencilla como falaz hecha por el gobierno entre fascistas y demócratas, para estimular al pueblo, no se corresponde con la verdad. La heterogénea composición de los grupos que constituyen cada uno de los bandos (...) demuestra que hay al menos tantos elementos liberales entre los alzados como anti demócratas en el bando gubernamental.
La costumbre es falaz y nuestros pasos mecánicos no nos conducen siempre a la misma realidad.
Conozco los secretos del alma del paisaje, y sé lo que entristece, y sé lo que consuela, y el viento traicionero y el bárbaro oleaje conocen la invencible firmeza de mi vela.
No consigo recordar cómo pude llegar de la orilla hasta mar adentro... ¡Ah, sí, ya lo recuerdo! He muerto en el naufragio de tu barco de guerra traicionero y resucité al tercer día en el psiquiátrico, absurdo invento...
Ése es un paisaje hermoso pensó la hormiga ante una barra grande de pan poco antes de que el cielo se desplomara sobre su cabeza disfrazado de la edición dominical del New York Times.
El amor de los judíos a su pueblo sólo se traduce por odio a los demás pueblos de la tierra; odio disfrazado de amor a una idea, que es lo más abstracto que puede amarse y en nombre de la cual se predica la destrucción de todo lo existente, Humanidad inclusive. Donde veáis ruinas y estragos, podéis asegurar que por allí ha pasado el judío.