Las penas, consideradas en sí mismas, ciertamente no pueden ser amadas, pero consideradas en su origen, es decir, en la Providencia y Bondad divina que las ordena, son infinitamente amables
Un hombre consecuente con su sistema de vida es ciertamente un espíritu estrecho.
Del mismo modo, tampoco la idea de la necesidad histórica menoscaba en nada el papel del individuo en la historia: toda la historia se compone precisamente de acciones de individuos, que son indudablemente los actores.
El suicidio sólo debe mirarse como una debilidad del hombre, porque indudablemente es más fácil morir que soportar sin tregua una vida llena de amargura.
El buen humor es sin duda una cosa excelente -dijo-, pero tú tienes demasiado y no parece que te haya servido de mucho.
Cualquier hombre que haga autoestop a todo lo largo y ancho de la Galaxia, pasando calamidades, divirtiéndose en los barrios bajos, luchando contra adversidades tremendas, saliendo sano y salvo de todo ello, y sabiendo todavía dónde está su toalla, es sin duda un hombre a tener en cuenta
Les daremos una actuación demente, les daremos causales de divorcio, les daremos una demostración de fuerza y, por supuesto un tour de force.
Se da por supuesto que el ciudadano dio conformidad a todo lo que su representante pueda hacer cuando lo votó.
El objeto de la respiración es evidentemente introducir en la sangre el oxígeno necesario para la vivificación de los órganos, librar a aquel líquido del ácido carbónico que se produce en los vasos capilares.
Todos mis intentos de separar uno del otro los dos elementos, radio, y mesotorio, fallaron. Resultaba tan imposible como separar el radiotorio del torio. El parecido químico entre las sustancias era evidentemente mayor que el que hay, por ejemplo, entre las tierras raras; nadie aún había pensado, sin embargo, en la posible existencia de los isótopos.
Un Jefe en el Cielo es la mejor excusa para un jefe en la tierra, es por eso que si un Dios existiera, tendría que ser abolido
¡Oh! si en las horas que se hunden lentas, murientes con el sol, también a ti los vientos te pulsaran, olvidado instrumento, ¡Corazón!
Podemos decir que el Zen libera todas las energías apropiada y naturalmente almacenadas en cada uno de nosotros, que, en circunstancias ordinarias, se hallan trabadas y distorsionadas de modo que no encuentran un cauce adecuado para entrar en actividad.
Si el individuo soberano posee el derecho absoluto a disponer de su persona y de su propiedad como mejor le parezca, entonces naturalmente él también posee el derecho a defenderlas. El individuo posee el derecho a la libre defensa.