Para el desidioso todos los días son festivos
El hombre ocioso sólo se ocupa en matar el tiempo, sin ver que el tiempo es quien nos mata.
Si nuestra tarea es cruzar un río, no podemos hacerlo sin un puente o una embarcación. Mientras no se resuelva el problema del puente o de la embarcación, será ocioso hablar de atravesar el río. Mientras la cuestión de los métodos no esté resuelta, será inútil hablar de las tareas.
En un bostezo de horror, tuerce el estero holgazán su boca de Leviatán tornasolada de horror.
Dícese con poca propiedad que el aburrimiento es un mal común. Podrá ser común el estar desocupado u ocioso, pero no aburrido. El fastidio no cabe sino en aquellos que no tienen espíritu