El progreso humano tiene su precio, cada ganancia produce automáticamente una pérdida o sacrificio. A cada uno de nosotros nos afecta algo negativo todos los días. Uno de los grandes desafíos en la vida es tener la sabiduría para reconocer esas fuentes de negatividad, y el coraje para arrojarlas fuera de nosotros.
A veces, la historia es curiosa, y de un gesto negativo pueden nacer frutos buenos
¿Pero hay esperanza? ¿Hay esperanza en el recuerdo? Tiene que haberla. Sin esperanza, el recuerdo sería morboso y estéril. Sin recuerdo, la esperanza estaría vacía de significado, y por sobre todo, vacía de gratitud.
Llamar morboso a un artista porque trata asuntos morboso, sería tan absurdo como llamar loco a Shakespeare porque escribió El Rey Lear.
Así era Venecia, la bella insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban.
La medianoche se afeita el hombro izquierdo sobre el hombro derecho crece el pasto pestilente y rico en aglomeraciones de minúsculos carneros vaticinadores y de vitaminas pintadas de árboles de fresca sombrilla con caireles y rulos.
Fue el descubrimiento más importante de toda su vida. Sabía leer. Era poseedor del antídoto contra el ponzoñoso veneno de la vejez.
Me invadió el miedo terrible de volverme loco. Fui llevado a otro mundo, otro lugar, otro tiempo. Mi cuerpo parecía estar sin sensación, sin vida, extraño. ¿Me estaba muriendo? ¿Era esto la transición? A veces creía estar fuera de mi cuerpo, y por tanto percibía claramente, como un observador externo, la tragedia completa de mi situación.
Existen cosas peores que estar solo pero a menudo lleva décadas darse cuenta y la mayoría de las veces cuando lo haces es demasiado tarde y no hay nada más terrible que demasiado tarde.
El hombre tiene el poder de cambiar una condición desfavorable agitando la varita mágica de sus palabras.
El instinto es un consejero leal; en tanto que la pedantería es un aire mefítico que ahoga los buenos sentimientos