Al plantearme semejantes expectativas de futuro, me sentí como un náufrago a la deriva que divisa una isla a lo lejos. Una isla montañosa aún oculta por las nubes. No estaba seguro de si sería capaz de alcanzarla o no y, en caso de que así fuera, no estaba seguro de si eso me aportaría alguna satisfacción. La vida me resultaba agradable, incluso atrapado en aquella pobreza.
He dejado órdenes para ser despertado en cualquier momento en caso de que haya una emergencia nacional, incluso cuando estoy en mis reuniones con mi gabinete