De por sí toda obra de arte busca la identidad consigo misma, esa identidad que en la realidad empírica, al ser el producto violento de una identificación impuesta por el sujeto, no se llega a conseguir. La identidad estética viene en auxilio de lo no idéntico, de lo oprimido en la realidad por nuestra presión identificadora.
Ninguna escuela de arte conocida había alentado la creación de este terrible objeto, pero cientos e incluso miles de años parecían estar marcados sobre su oscura y verdosa superficie de piedra cuya identificación resultaba imposible.
Una fotografía no es una pintura, un poema, una sinfonía, una danza. No es justa un cuadro bonito. Es o debe ser un documento significativo, una declaración penetrante.
Aquí no hay derrotados. El único derrotado en estas elecciones, no tiene documento nacional de identidad. El único derrotado es aquel que con su negro dinero quiso extender su gobierno petrolero hasta el Perú. ¡Aquí está la democracia que le ha dicho no!. (En alusión a Hugo Chávez).
Vivir sin ti es posible, sin mayor dificultad, vivo porque tengo un nombre, un número de cuenta y mi carnet electoral, vivo porque así le llaman a ese combustible absurdo de moverse por ahí, vivo como lo hacen todos, vivo porque algunos creen que es abrir los ojos, vivo aunque me muero a diario porque tú ya no estás
Ante tanto imbécil con carnet de opinante, los sabios callan
Se mi piace Roma? Sì, checché ne dicano... Ad abitarci no, perché CI si consuma troppo di politica: non si può vivere in un mondo di ossessi politici.