De la ceniza que cabe en cada muerte nace el pájaro, y la voz surge con su desobediencia plena de las leyes. Y esta mortalidad que se acuna en la mano nos ahonda en el barro mientras nos resucita.
Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá, esta ceniza no juega con fuego, este ciego no mira para atrás