La mejor suerte de todas es la suerte de hacer algo por ti mismo.
Puesto que usted ha decidido que nuestra suerte está echada, tengo el placer de despedirme como los gladiadores romanos que iban a combatir en el circo: Salve, César, los que van a morir te saludan. Sólo lamento que no podría siquiera verle la cara, porque en ese caso usted estaría a miles de kilómetros de distancia, y yo estaré en la primera línea para morir combatiendo en defensa de mi patria.
La fuerza no es sino una casualidad nacida de la debilidad de los otros
La casualidad se puso el disfraz de una mariposa, que al vuelo se entregó soltando su efecto... nos acarició
Aunque no me corresponde probar la inexistencia de Dios sí puedo hacerlo. No puede existir un Ser tan dañino que pudiendo en su omnipotencia hacer el bien haga la chambonada de este mundo con todos sus horrores
Nosotros somos de Inglaterra y los Ingleses son difíciles de impresionar. Ellos tienen esa idea que si eres exitoso es porque has hecho trampa y que todo es una mentira. En cambio en Estados Unidos las celebridades viven en un plato de oro. Son intocables, eso es demasiado loco.
Recordar que se va a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienen algo que perder
Sabés, dijiste nunca fui tan feliz como esta noche. Nunca. Y me lo dijiste en el mismo momento en que yo decidía no decirte, sabés, seguramente me engaño pero creo, pero ésta me parece, la noche más hermosa de mi vida.
Aunque el engaño sea detestable en otras actividades, su empleo en la guerra es laudable y glorioso, y el que vence a un enemigo por medio del engaño merece tantas alabanzas como el que lo logra por la fuerza
En aquellos días aprendí dónde hay que interrumpir la discusión para que no se transforme en embuste y dónde ha de empezar la resistencia para salvaguardar la libertad.
Es un embuste aquello de que Bolivia se hizo contra la realidad geográfica e histórica. Sólo por el capricho y la ambición de los doctores altoperuanos.
Se mata la perra y se acaba la leva
Pero la vida de ella era fría como una buhardilla, con tragaluz al norte y donde el hastío, araña silenciosa, tejía su tela en la penumbra por todos los rincones de su corazón.
¿No era tu sonrisa el bosque resonante de mi infancia? ¿No eras tú el manantial la piedra desde siglos escogida para reclinar mi cabeza? Pienso tu rostro inmóvil, brasa de donde parten la vía láctea y ese pesar inmenso que me vuelve más loco que una araña encendida agitada sobre el mar.