Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a no ser un ingrato.
Pedir una moral a la ciencia es arriesgarse a sufrir crueles desengaños.
Me parece que una fe religiosa podría ser algo así como el apasionado decidirse por un sistema de referencias. Como si además de ser fe, fuera una forma de vida o una forma de juzgar la vida. Una aprehensión apasionada de esta concepción. Y la instrucción en una fe religiosa debería ser, pues, la exposición, la descripción de ese sistema de referencias y a la vez un hablar a la conciencia.
La libertad cuesta muy cara, y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio.
Para hacer la paz, se debe ser un líder sin intereses. Para hacer la paz, uno debe comprometerse
Pero para asegurar la esperanza, para darle densidad, hay que participar en la acción, comprometerse en cuerpo y alma en la lucha nacional. Puede hablarse de todo, pero cuando se decide hablar de esa cosa única en la vida de un hombre que representa el hecho de abrir el horizonte, de llevar la luz a la propia tierra, de levantarse a sí mismo y a su pueblo, entonces hay que colaborar muscularmente.
El placer de amar sin osar confesarlo tiene sus penas, pero también sus dulzuras.
Si estos bárbaros creen más seguro espantarnos de lejos con sus voces y alaridos sin exponerse a peligro de batalla, que venir con nosotros a las manos, porque de otra suerte antes vendrían al combate que hacer todas esas amenazas, juzgad el temor que se les puede tener, grande de ver y oír, pero muy pequeño al pelear.
Querer, es tener el valor de exponerse a un inconveniente; exponerse así es tentar al acaso y es jugar.
El espíritu permite que el aparato de la razón le proporcione las ideas, pero no se deja comprometer fácilmente.
Durante la guerra, dice Jenofonte, los lacedemonios elevaban siempre sus plegarias a la mañana muy temprano, para anticiparse a sus enemigos y comprometer así a los dioses en favor suyo, por ser los primeros solicitantes.