La mayoría de la gente prefiere tener la certeza de que es miserable, que arriesgarse a ser feliz
Siempre desconfío de quien no tiene ( o dice no tener) enemigos. Caminar es elegir. Elegir es arriesgarse. arriesgarse es pelear. No tener (oficialmente) enemigos requiere mucha capacidad de succión. Que también tiene su mérito.
Si uno dice todo el tiempo ¡maldición!, así es difícil animarse y salir de la crisis
Tocar al niño es tocar el punto más delicado y vital, donde todo puede decidirse y renovarse, donde todo está lleno de vida, donde se hallan encerrados los secretos del alma, por ahí se elabora la educación del hombre del mañana.
Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer.
La energía interior, esencialmente nueva, destinada a lanzarse contra lo exterior para renovarlo, es una energía directora.
El peregrino que ansía refrescar sus secos labios en las aguas vivas, y sin embargo no se atreve a lanzarse en ellas por temor a la corriente, se expone a sucumbir de calor. La inacción originada del miedo egoísta, no puede producir sino malos frutos.
Mientras el sistema de status permanece intacto, y mientras la clase ociosa puede emprender otros caminos de actividad no industrial que no sean los de matar el tiempo de un modo derrochador y carente de objeto, no cabe esperar ninguna desviación considerable del esquema general, establecido por la clase ociosa, de lo que es una vida merecedora de buena reputación.
Ya he empezado a emprender los pasos, dificiles pero necesarios, para resolver mis problemas personales.
Si uno puede librarse de un deseo satisfaciéndolo, no habrá problema en satisfacerlo. Pero generalmente los deseos no se erradican satisfaciéndolos. Tratar de desarraigarlos de esa manera es como intentar apagar un fuego echando líquidos inflamables en él. La manera de librarse de un deseo para siempre es preguntarse: ¿Quién es el que tiene el deseo? ¿Cuál es su origen? .
Mi rol en la sociedad, o la de cualquier artista o poeta, es intentar expresar lo que sentimos todos. No decir a la gente cómo sentirse. No como un predicador, no como un líder, sino como un reflejo de todos nosotros.
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.