Esas gentes son tan silenciosas y hurañas que uno tiene la impresión de verse frente a un recóndito enigma del que más vale no intentar averiguar nada. Y ese sentimiento de extraño desasosiego se recrudece cuando, desde un alto del camino, se divisan las montañas que se alzan por encima de los tupidos bosques que cubren la comarca.
Todo hombre aspira a mejorar sus condiciones de existencia con repetida terquedad. No importa que fracase una y muchas veces. Hay un veneno de esperanza, inagotable y recóndito que nace en algún rincón de la conciencia y fluye silenciosamente hasta invadirla con ancho cauce reparador.
Cada hombre es un misterio impenetrable en vida y en muerte.
Subrayando, patética o fanáticamente, el aspecto enigmático de lo enigmático no hay avance posible; el misterio lo penetramos sólo en la medida en que lo reencontramos en lo cotidiano, gracias a una óptica dialéctica que nos presenta eso cotidiano en su condición de impenetrable, presentando a la vez lo impenetrable en su condición de cotidiano.
En aikido no hay formas ni modelos. Los movimientos naturales son los movimientos del aikido. Su profundidad es insondable e inagotable.
La prosa -puede especularse- es discurso; la poesía elipsis. La prosa se habla en voz alta; la poesía se escucha a hurtadillas. La primera es presumiblemente articulada y social, un idioma compartido, la voz de la comunicación; la otra es privada, alusiva, inquietante, tímida, idiosincrásica como la delicada tela de una araña, una especie de hechizo insondable para las mentes comunes.
¿No es más bien el toque del amor -el misterio del amor- que constantemente busca unir a dos seres, que intenta con su fuerza en el mismo instante que un hombre y una mujer se han mirado cara a cara?
El mágico misterio de la habilidad para el dibujo parece consistir, al menos en parte, en la capacidad de cambiar el estado del cerebro a un modo diferente de ver / percibir.
Y apenas al enigma obscuro y ciego el engañado huésped dado había no acertada respuesta, cuando luego pagaba al monstruo fiero su osadía; por los ojos echando vivo fuego con uñas y con dientes lo hería; o bajaba escapando de sus brazos, por las penas haciéndose pedazos.
Cuando se tienen veinte años, uno cree haber resuelto el enigma del mundo; a los treinta reflexiona sobre él, y a los cuarenta descubre que es insoluble.
El pasado es una colección interminable de horrores que sólo merece el más completo de los olvidos; el futuro, una incógnita poco confiable que es preciso asegurar; el presente, el campo de batalla donde hay que garantizarse la vejez.
Recuerden... Que los verdaderos derechos se deben conquistar, que es necesario vencer los conservadores, rutinarios retrógrados, los temerosos de lo nuevo, los amantes del pasado, que es necesario vencer el temor de los políticos que ven con recelo esa incógnita que encierra el voto femenino (y tal vez sea éste el mayor obstáculo).
Y el gran lazo que sostiene a la sociedad es, por una incomprensible contradicción, aquello mismo que parecería destinado a disolverla; es decir, el egoísmo.
La esperanza de una felicidad eterna e incomprensible en otro mundo, es cosa que también lleva consigo el placer constante.
La América Española como la España entera fija está en el Oriente de su fatal destino; yo interrogo a la esfinge que el porvenir espera con la interrogación de tu cuello divino. ¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés? ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros? ¿Callaremos ahora para llorar después?
Sólo quien no excluya nada de su existencia, ni lo que sea enigmático y misterioso, logrará sentir hondamente sus relaciones con otro ser como algo vivo, y sólo él estará en condiciones de apurar por sí mismo su propia vida.
En ti observé lo que tienen de enigmático los tiranos, cuya razón se basa en su persona, no en su pensamiento. Al menos, así me lo parecía
Newt se quedó enroscado en la silla. Alargó sus manos llenas de pintura como si tuviese entrelazada entre ellas una cuna de gato. -No me extraña que los niños crezcan locos. Una cuna de gato no es más que un montón de equis entre las manos de una persona, y las criaturas miran y miran una y otra vez todas esas equis... . - ¿ Y? -Pues que ni maldito gato ni maldita cuna que valga.
...leyó esto: Dios es una gran equis sobre la última barrera de los conocimientos humanos; a medida que la ciencia avanza, la barrera se retira. Y escribió al margen: De la barrera acá, todo se explica sin él; de la barrera allá, ni con él ni sin él.