Yo soy tú, querida madre, y mientras yo viva, tú también lo harás. Cuando muera tú seguirás viviendo en este libro que te he dedicado y cuyo destino está estrechamente atado a tu destino.
Como el alma se encuentra estrechamente ligada al cuerpo, una emoción cualquiera puede provocar siempre, por asociación, otra que corresponda con ella.