La magia habita en cualquier detalle, en cualquier objeto, situación y persona. Sólo hace falta ponerse las gafas adecuadas para reconocerla
Yo sabía perfectamente lo que quería. Me proponía entrar en la casa, esconderme arriba y, aprovechando la primera oportunidad, cuando todo estuviera en silencio, coger una peluca, una máscara, unas gafas y un traje y salir a la calle. Tendría un aspecto grotesco, pero por lo menos parecería una persona.